16 maneras de encontrarse perdido

Texto de Alejandro Boim

Como muchos, creo que las palabras y la pintura no se llevan bien. Uno, frente a una tela, siente algo o no siente nada. Lo demás no es trascendente. Sin embargo, en ocasiones, queremos contar lo que nos sucede y para ello no hay más herramienta que la palabra.
Esta es una de esas ocasiones.

Me resulta imposible mirar, una a una, las pinturas de Lula Mari con velocidad. Me tengo que detener cada vez, y mucho tiempo.

Al principio soy tentado por el gran dibujo, pero inmediatamente después quedo atrapado en un universo completo, aparente, caprichoso por el que puedo caminar sin obstáculos, fácil, como si de repente el mundo no pudiese ser de ninguna otra manera.
Y cuando digo fácil digo: no se notan los vestigios de la batalla que debe sostener Lula Mari para que todo parezca tan compacto, tan real, tan absolutamente posible. Por el contrario su trabajo, como diría Delacroix, es “ante todo una fiesta para los ojos”, llena, además, de recovecos, guiños y sorpresas.
Esa es la magia de la Pintura, de su pintura en realidad, de la que nunca se sale como se ha entrado.

Foto del autor: Alejandro Boim

Alejandro Boim
2011

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